Muy abierto, el espacio exterior se aprovecha de la ausencia del backestay, configuración adoptada con éxito en los Oceanis 30.1 y Oceanis 34.1. La jarcia de labor con dos pisos, es generosa y promete al Oceanis 37.1 unas bellas prestaciones.
Para mantenerse manejable en tripulación reducida, todas las maniobras vuelven sobre los dos winches de popa. Solamente las drizas se mantienen concentradas alrededor de la cubierta. Una consola de rueda a estribor reúne todos los instrumentos, entre los cuales un ploter de 7 pulgadas.
La carena retoma el principio del tulipado; esta nervadura que permite conservar las líneas fluidas en la parte sumergida, y aporta un incremento de potencia y de estabilidad. Mejora también la rigidez del casco, para un buen dominio de los pesos y un volumen interior a juego.